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La mariposa lo sabe.

Reconocer que tus pensamientos,

los que te acompañan,

los que te explican y aconsejan,

los que te definen y defienden;

todos los días de tu vida

lo único que han hecho y hacen

es alejarte de la 'verdad'...


Reconocer esto es...

un milagro.


Estoy segura de que la 'verdad' no atiende a palabras

y sin embargo mi mente solo atiende a las imágenes creadas

por las palabras que inventa mi mente.


Así que aquí estamos,

aparentemente encerrados en nuestra propia y exclusiva cárcel virtual,



como si yo fuese aquello que opino de mí,

y tú... no fueses más que lo que veo de ti.


Esta es la pobreza y no el hambre.


Al principio, en este tipo de visiones hay desaliento,

desconsuelo,

hay vacío, hay silencio...


Aparece la inactividad,

las motivaciones permanecen latentes

a la espera de nuevas sin


apsis.


Una rotura, una pausa,

una crisis de fe.


Al mismo tiempo emerge algún síntoma muscular o alérgeno

que trata de equilibrar el disparate psicológico acumulado por los siglos y las voces.


Transformarse pasa por un estado de agujero negro.

De desorientación y mareo.

De desilusión y carne.




 
 
 

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